Después de probar muchas maneras de hacerla descubrí esta gracias a un cocinero profesional que me dió el truco definitivo para que no quede ácida, es suave al paladar y está muy buena, probarla y veréis.
No hace falta decir que esta salsa es un básico de la cocina que se utiliza en miles de recetas, de ahí la importancia de que resulte rica y suave, con esta nunca se falla.
Ingredientes:
1 kilo de tomates maduros pelados y rallados o un bote grande de tomate natural triturado.
1 zanahoria
1 cebolla
1 diente de ajo (opcional)
1 hoja de laurel
1 cucharada de miel
aceite de oliva
sal al gusto
pimienta molida y orégano al gusto (opcional)
un chorro de vino blanco (opcional)
Preparación:
Lavamos y pelamos la zanahoria y la cebolla, las cortamos sin necesidad de hacerlo en trozos muy pequeños, y las ponemos a dorar en la sartén a fuego no muy fuerte con el aceite de oliva, cuando veamos que se han ablandado y han tomado color añadimos el diente de ajo pelado y machacado con el cuchillo para que suelte el jugo y le damos un par de vueltas sin que se queme.
Ponemos el tomate y cuando empiece a burbujear le echamos el vino blanco y removemos, hay que esperar a que burbujee de nuevo para añadirle la cucharada de miel, si el tomate está calentito se deshará con más facilidad, ahora ya solo hay que esperar a que se vaya haciendo a fuego suave hasta que alcance el punto de espesor que más nos guste, aunque hay que tener en cuenta que cuando esté hecha hay que pasarla por el pasa purés o la batidora para que no quede rastro de la zanahoria y la cebolla y eso la espesará un poco más, no olvidéis quitar antes la hoja de laurel.
Si decidís añadir la pimienta y el orégano hacerlo muy poco antes de que acabe de hacerse para que no se pierda ese aroma tan rico que le darán, los olores también son muy importantes.
La miel neutraliza la acidez mucho mejor que el azúcar y no endulza tanto la salsa, algo que viene muy bien para no tener que añadir después demasiada sal.
El vino le da un toque que a mi me gusta mucho y ya sabéis que al cocer pierde todo el alcohol, pero esto como el tema de las especias va en gustos.
En cuanto al ajo si no queréis que os de un mal rato en la digestión , abrirlo por la mitad y quitarle el brote central.
Buen provecho.
Me gusta mucho, pero no puedo tomar miel y mira que me gustaba tomarla.
ResponderEliminarA veces, le pongo vino.
Besos y gracias por compartir.
Pues puedes probar a ponerle un poco de remolacha, le cambiará algo el color pero seguro que con el punto dulce que tiene servirá para bajarle la acidez, un beso guapa
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